Mensajes de diversas orígenes
sábado, 2 de agosto de 2025
Sed Conscientes De Que Esta Es La Última Hora Y Que Todas Vuestras Decisiones, Acciones Y Elecciones Determinan El Camino Que Elegís
Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a Marie Catherine de la Encarnación Redentora en Bretaña, Francia, el 27 de julio de 2025
San Alfonso María de Ligorio, cerca del Redentor, ruega por nosotros. El mensaje que aparece a continuación me fue dictado por Jesucristo el 27 de julio de 2025, mientras estaba de vacaciones en la costa.
Palabras de Jesucristo:
«En este lugar de descanso, vengo a buscarte, hija mía del Amor, la Luz y la Santidad. Te bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Mira cómo la naturaleza aún te acoge y te alegra en estos hermosos días. Sin embargo, está contaminada, en decadencia y al borde de la revuelta.
Tú no lo ves y te deleitas con lo que la naturaleza te ofrece. Te bendigo en todo lo que podrás ver y acoger de lo que es bello y bueno por la gracia divina.
Por otra parte, aprende también a ver y comprender la realidad en su conjunto, para que estés preparada para lo que está por venir. Protéjanse también del riesgo de quedar cegados y creer que todo les es debido, sin dar gracias a Dios que los protege y guía, y de tomar los caminos de la mentira que llevan al hombre a rebelarse ante la frustración y luego a negar el Fin de los Tiempos y comprometerse a seguir al mentiroso que le hace creer que la ciencia está por encima de todo y le promete un mundo nuevo sin Dios.
¿Habéis escuchado todos Mis mensajes, todos los de María Inmaculada, todos los del Cielo que os conciernen a todos? ¿Habéis notado que son Llamadas, Consejos, Profecías y Advertencias necesarias para vuestra Vida, vuestra «Supervivencia»?
¿Habéis notado cómo el Amor Divino os llama y que sois preciosos y tan amados por el Padre Creador? Os lo imploro, hijos míos, creed en el Amor que os llama, os suplica y os sostiene. Permaneced en Mis Manos y en Mi Sagrado Corazón.
La dulzura en la belleza y la bondad es eterna. Proviene del Padre Creador y permanece en vuestra vida a través del Hijo, Salvador de los hombres, manso y humilde de corazón. Así, lo que Dios os ha dado, nunca os lo quitará.
Ahora, oh hombre, no rechaces ni desprecies las bendiciones de Dios. No busquéis vuestra felicidad en otra parte, ni en las falsas promesas del mentiroso, ni en vuestros débiles medios humanos en esta naturaleza decadente. El hombre, arraigado en su negación de Dios y de Sus bendiciones, se enfrentará a su incapacidad, a su irracionalidad y a su elección de la falsedad, que lo envuelve y destruye.
Así, los orgullosos se castigan a sí mismos en su ruptura con Dios y en su arrogancia hacia Él.
En estos tiempos del Fin, prevalecen las mentiras. El odio y la maldad son adorados, considerados y utilizados como cualidades y fuerza del vencedor, del dominante.
Al ver así irremediablemente afligido al Espíritu Santo, Dios abandona este mundo depravado a su elección de ruina y al castigo que se ha infligido a sí mismo.
Sin embargo, hijos míos, ved en cambio cuánto yo, Jesucristo, siempre presente, os llamo constantemente a convertiros y a aprovechar vuestra salvación.
¿Sabéis, habéis notado que solo el Amor os lleva a la Sabiduría que os mantiene en la humildad y la paz; os da la Comprensión de la Palabra que os lleva a una relación íntima con Dios (Inteligencia de la Palabra) y la capacidad de recibir Su Palabra del Evangelio; al Conocimiento en la verdad (Consejo, discernimiento) ; al verdadero Conocimiento y a la Fuerza que os permite confiar y entregaros a Mí por Amor? Así se adquiere la piedad sincera, que mantiene en ti la fe y el temor de Dios, lo que te lleva al respeto a través de la Revelación de Dios y te permite reconocer humildemente tu pequeñez, al tiempo que te atrae al deseo de crecer en Él.
La vida a la que os llamo a volver es la vuestra. Será sencilla y feliz para vosotros, hijos míos, si la abordáis con dulzura y humildad, la aceptáis, la transmitís y la compartís con amor y respeto.
Cuando se vive así, en el Espíritu Santo y en sus dones divinos, ya no hay lugar para la codicia, la envidia, los celos ni ninguno de los medios impíos utilizados para satisfacer el orgullo y la ambición en el deseo de poder, control y dominación inspirado en vosotros por el feroz caído que os odia.
Este mundo de falsedades y mentiras os oscurece, y vosotros experimentáis los sufrimientos que os impone. En las tribulaciones, descritas en otros mensajes para advertiros y ayudaros a atravesar estas etapas, comprenderéis los horrores que Yo, Jesucristo, y Mi madre María, Corredentora, queremos ahorraros.
Muchas veces os he llamado y os he implorado que corrigáis vuestras tendencias a la mentira, la calumnia y la difamación. Estas tendencias os parecen triviales e insignificantes, y sin embargo siguen llenando vuestra vida cotidiana. Estos hábitos de destruir a los demás en su vida, en su reputación, en sus talentos o en sus debilidades para obtener satisfacción y ventaja no son inocentes. Las proporciones que pueden alcanzar estas acusaciones, a veces disfrazadas de humor o de secretos mal guardados, se vuelven criminales.
No podéis decir: «No lo sabía», porque las mentiras están destinadas a herir, independientemente de su forma o de cómo se difundan. Las mentiras alcanzan su objetivo mientras sumen a su autor en la oscuridad.
¿No sabéis que estas mentiras pueden llevar, y de hecho llevarán, a vuestras víctimas a la angustia y la desesperación? Sin embargo, os negáis a admitir que las consecuencias de estos pecados contra vuestros hermanos también os llevan a una grave culpa ante los ojos de Dios.
Hacer daño a Mis hijos es hacerme daño a Mí también. Perjudicar los planes de Dios y Mis proyectos para cada uno de vosotros, como están haciendo ahora algunos en Mi Santa Iglesia, es entristecer al Dios Tres Veces Santo y provocar la magnitud de las tribulaciones de la purificación.
Dios, en la Creación, os favoreció al daros acceso a la Palabra, ya que os creó a su imagen. Al daros el habla, Dios no os dio un arma de destrucción, como vosotros hacéis con demasiada frecuencia. ¡No os dio un arma, sino un alma! Un alma que debe uniros al Cuerpo de Cristo, en la comunión de los santos, y por lo tanto a Dios.
Sed conscientes de que esta es ahora la Hora Final y que todas vuestras decisiones, acciones y elecciones determinan el camino que elegís.
En Mi Amor por vosotros, debo respetar vuestro libre albedrío, pero permitidme, por Amor a vosotros, iluminaros aún más y exhortaros a cumplir con vuestras responsabilidades invitándoos a liberaros de estas pesadas cargas que seguís acumulando.
Mis tiernos hijos, tan despreocupados, os estoy esperando. Venid a Mí con toda honestidad y sincero arrepentimiento. Es con estos hermanos heridos con quienes caminaréis hasta el Fin. Sed hermanos unidos y verdaderos. Os bendigo,
Jesucristo"
María Catalina de la Encarnación Redentora, humilde sierva de la Divina Voluntad del Dios Todopoderoso, Dios Único. «Sigue leyendo en heurededieu.home.blog»
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